ME QUEDE PENSANDO… ¿POR QUÉ DISCRIMINAMOS?
El 10 de abril, tuve la gran oportunidad de asistir
a una conferencia dictada por el Lic. Ricardo Hernández Forcada, Director del Programa
Especial de VIH de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Su ponencia
fue clara, precisa y muy bien documentada como siempre, ya que no es la primera vez que lo escucho. Entre él
y su colega nos dejaron bien claro cómo, a la fecha, se sigue estigmatizando y
de ahí discriminando a las personas que viven con ese virus, lo cual es
bastante impactante, al menos para mí, ya que hace más de 30 años que se inició
esta epidemia, se analizó sus manifestaciones, los peligros de infectarse y
todo lo relacionado a ella y hace mucho que se sabe muy bien la manera en que se contagia, que puede darle a cualquier
persona, sea cual fuere su orientación sexual o género y demás datos
pertinentes que supuestamente nos llevaría a no estigmatizar y mucho menos
discriminar. Pero no. La realidad es otra, desafortunadamente.
Y esto me lleva a hacer un
pequeño análisis, tomando ideas de la conferencia, acerca de lo que es el
estigma y la discriminación y espero, querido lector, que te lleve a ti a
reflexionar sobre tu historia de vida.
Se ha descrito el estigma como una marca, una característica, un
proceso mediante los cuales se atribuye a un individuo, o grupo de individuos,
una característica que lo desprestigia a los ojos
de los demás. El estigma y su consecuente
discriminación que da un trato de
inferioridad injusto a la persona sujeto es una construcción social, es decir,
algo que se empieza a enseñar desde el primer día que nacemos. Se origina, por
tanto, en el hogar y se refuerza fuera de él en la escuela y otros ámbitos
donde los seres humanos nos vamos desarrollando y “aprendiendo” a vivir en sociedad.
Gran parte de este fenómeno se basa en la ignorancia. Por ignorancia
discriminamos a los pobres, a los indígenas, a las personas de la diversidad
sexual, por ejemplo, porque no tenemos
idea de quienes son, cuál es su cultura, cómo viven. Y eso da miedo. El
“miedo a lo desconocido” según el humanista Abraham Maslow.
En
cuando la VIH, el miedo y la ignorancia acerca de
la enfermedad y los modos de transmisión del virus, o los prejuicios y tabúes
en torno a la sexualidad y los hábitos de vida de aquellas personas que son
percibidas como diferentes e inferiores, son algunos de los mimbres con que se
entretejen el estigma y la discriminación.
Las
consecuencias del estigma y la discriminación por VIH son tanto psicológicas
(sentimiento de culpa, pérdida de autoestima, depresión, etc.) como de orden práctico (denegación
de servicios y violación de derechos laborales,
sanitarios, sociales, etc.). Su efecto es aún más perverso al reforzar y
solaparse con otras discriminaciones preexistentes (género, orientación sexual, consumo de sustancias ilegales,
etc.).
Una
sociedad que estigmatiza y discrimina, no sólo atenta contra los derechos y la calidad de vida de las personas afectadas, sino que,
además, menoscaba el bienestar y la justicia de la sociedad en su conjunto, así
como su capacidad para hacer frente a la epidemia.
Aquí
te invito, querido lector, a reflexionar acerca de ti mismo, de tu hogar, de
cómo te educaron y cómo educas a tus hijos, porque está en nosotros corregir los mitos y prejuicios que
nuestros padres nos transmitieron y no enseñárselos a nuestros hijos o hijas.
Finalmente, si queremos una sociedad sin violencia, de personas con buena
autoestima que sean responsables y productivas, ahí es donde debemos empezar,
en casa.
Rosa Feijoo Andrade
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